El día que Skjelmose rompió lo imposible: así cayó Pogacar en la Amstel 2025

Mattias Skjelmose firmó en la Amstel Gold Race 2025 uno de esos momentos que cambian narrativas, derriban mitos y encienden la chispa de un pelotón que parecía condenado a vivir bajo el dominio absoluto de Tadej Pogacar. Lo que apuntaba a otra exhibición del esloveno acabó convertido en un final histórico: Skjelmose y Remco Evenepoel cazaron a Pogacar y el danés remató con un sprint que ya forma parte de la memoria colectiva del ciclismo.

“Ganar dio esperanza a otros en el pelotón. Me lo decían todos: fue una bendición para el ciclismo”, explicó Skjelmose en Wieler Revue. No tiene la foto colgada en casa, pero sí guardada en el móvil. Su favorita: el instante en el que los tres lanzan sus bicicletas hacia la meta, buscando una victoria que parecía prohibida.

Una carrera que se torció para Pogacar

El punto de inflexión llegó con el ataque de Julian Alaphilippe en el Gulperberg. Pogacar saltó tras él sin pestañear, dejando una escena habitual: el campeón del mundo al mando y el resto intentando sobrevivir. Pero ese día algo cambió. Skjelmose y Evenepoel, tras un pequeño bloqueo con Ben Healy, lograron conectar por detrás en una maniobra que rompió el guion.

“He tenido días mejores de sensaciones en 2025, aunque este fuera el más importante”, confesó el danés. Aun así, supo leer cada movimiento con una claridad quirúrgica.

Control absoluto en el Cauberg

En la última subida al Cauberg, con el público ardiendo y el final a pocos kilómetros, Skjelmose describió una calma sorprendente:
“El último Cauberg lo hice en control. Remco marcaba el ritmo, pero ninguno intentó romper. Todos confiábamos en nuestro sprint”.

Y llegó el momento decisivo. Tres campeones cara a cara. Tres bicicletas lanzadas a la línea. Tres historias cruzadas.
Pero solo una victoria. La del que no estaba en las apuestas. La del que se atrevió a soñar.

Un triunfo que trasciende

Era la primera vez desde el Mundial 2023 de Van der Poel que un corredor batía en un mismo día a Pogacar y Evenepoel en una clásica. Un acontecimiento que, según el propio Skjelmose, se sintió como un impulso colectivo dentro del pelotón.

“Siempre podré decir que gané la Amstel. Y la gané contra Pogacar y Remco. Eso no me lo quita nadie”, aseguró.

Ni las caídas en París–Niza ni su golpe en La Flèche Wallonne pudieron ensombrecer un 2025 irregular, porque aquella tarde en Limburg lo cambió todo.
Fue el día en que Skjelmose hizo caer lo imposible.

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